Las personas mayores históricamente eran apreciadas como las guardianas de la memoria de grupo, símbolos de su continuidad y necesarias para garantizar la reproducción cultural y social de la comunidad.
La memoria colectiva confiere forma, profundidad y sentido a la capacidad de recordar de cada individuo. Es necesario la apropiación afectiva de experiencias colectivas para que la historia personal se pueda representar y cobrar forma, por lo tanto, no existe memoria individual independiente de la colectiva . Así la escena se constituye como un espacio de la memoria mostrando relación manifiesta con el tema de la historicidad.
La memoria colectiva es distinta a la suma de las memorias individuales y es más que ella, de hecho, la existencia de una memoria colectiva resulta una hipótesis indispensable para la constitución de lo individual.